Un Día Mas De Rutina...

Otro día mas de esa rutina, en aquel pueblo donde las desapariciones parecian hacerse mas frecuentes que años anteriores, el pueblo antes, no solia estar tan poblado por seres humano de quien sabe, que clase de altimañas traian desde las afueras. Como siempre habia sido desde que habia llegado a vivir al pueblo, nadie le dirigia la palabra, era mas como un objeto más, parte de la decoración de ese lugar.

Tenia muy claro, que si el día de mañana el llegaba a desaparecer, nadie le buscaria, nadie extrañaria su presencia que ya no estaria para pasar como un fantasma a diario por la cuidad, con un libro en mano, inmerso leyendo su contenido el cual entiende a la perfeccion, y aunque sienta claramente el rechazo hacia el, no pensaba dejarse caer en un abismo donde el final de este no existia. No daria el gusto a los que le odiarian de por vida, a que se riesen en su cara por las pocas ganas de vivir que ya tenia.

Las clases habian acabado hace ya una hora y el aun seguia sentado el mismo banco, en su respectivo salon, donde las clases eran diariamente llevadas a cabo hasta que el atardecer llegaba. Los demas estudiantes parecian haberse retirado a sus hogares en ese momento, el silencio reinaba por todo el lugar, sintiendo solo un suave silbido del viento que se colaba por una ventana junto a el abierta de par a par, mesiendo sus cabellos negros suavemente al ritmo de este.

Suspiro hondamente, sintiendo como el aire pasaba a traves de su garganta, frio, llegando rapidamente a sus pulmones que se hinchaban, tras volver a soltar el aire. Su semblante serio ahora estaba totalmente sereno, inundado de pensamientos que solo le hacian sentirse mas desdichado.

Miro la mesa de un color amarillento muy claro, en ella un libro nuevo que habia conseguido recientemente en la biblioteca, de tapa dura, color negro y en la portada un titulo de lo mas cautivante para el "Viajando al más allá", el nombre le llamaba mucho la atencion, pensando que todo lo que estuviera escrito en el, solo seria parte de mas ficción que algun aburrido sujeto habia escrito, sin embargo no ignoro las ganas que le atraian a leerlo. Le tomo con brusquedad levantandose de la silla que lo habia acojido ya por mucho tiempo, y con la mochila ya en su hombro recargada, a paso suave salio del salon, parando en seco frente a un árbol que yacia en el jardin aun en el instituto.

Le miro con el rostro de medio lado y volvio a mirar el libro que llevaba entre sus manos.

-...que me quedare un rato mas aqui...no me hara daño...solo sera unos minutos...- susurro entre labios al mismo tiempo que dejaba el libro balanciandose en su mano de aqui para allá, mientras se sentaba al pie del arbol, apoyando la espalda en el grueso tronco. Lo abrio con ligeresa tras sumirse en el contenido de este.

¿Quién dijo que vivir al cuidado y manutención del cura de un pueblo pudiera llegar a ser satisfactorio?. Había perdido ya la cuenta de las heridas que rondaban por su espalda por culpa de todas aquellas fustigaciones hechas por quién debía admirar cómo un a padre de sangre. Y sin duda, otras marcas que se perdían entre sus piernas hacían alusiones de las retorcidas diversiones que tenían los monaguillos de mayor edad. Apretó entre sus delgados dedos el anillo con una perla azul cruzándolo. Única pertenencia que realmente valía.

Había sido traído hasta la pequeña capilla del centro escolar para, según ellos, hacer un exorcismo, pero al llegar allí era obvio que no había más que niños traviesos de su edad con ganas de asustar a esos crédulos adultos. Por suerte y gracias a su reciente descubrimiento, postuló por el día libre; Y lo consiguió.

Allí daría fin a sus días de tortura. ¿Para que vivir en un mundo cómo aquel?. El campanario de la iglesia era algo demasiado vistoso. Muchos irrumpirían su intento de suicidio y se repetirían los castigos... Apretó el anillo entre su palma diestra y avanzó, seguro de lo que hacer. A esa hora, los alumnos ya habían abandonado totalmente el recinto... Eso le daba la oportunidad a lo deseado. Subió lentamente los escalones que le guiaban directamente hacía la azotea.

Su corazón temblaba en gozo. Pronto. Pronto se libraría de todo aquello. De la pesadilla. De la tortura.

Cuando quedó en la azotea miró con el ceño ligeramente fruncido las barras de metal que le impedían el paso al precipicio y sin hacer amago de rectificar en su firme decisión, enredó los dedos en las aquellas formas, tironeando de ellas hasta el punto que esta chirrió con fuerza, cediendo a su escaso cuerpo, dándole libertad a trepar por ella. Pero al hacerlo, de entre sus dedos se deslizó su más preciada joya y esta se precipitó hacia abajo.

¡No! ¿Cómo iba a irse al otro mundo sin aquello...?. Alargó la mano hacía el umbral de la ventana dónde el objeto se había quedado medio encasquillado y trató de alcanzarlo, peligrando cada vez. Se iría de cabeza con seguir en aquella posición.

Cada linea que en ese libro estaba escrita, parecia tan real, la profundidad de las cosas que el sujeto expresaba, era tan certero...tan real que le llegaban a provocar escalofrios por el cuerpo. Algo fatigado por leer tanto rato bajo el árbol, llevo ambas manos refregando sus ojos para despabilar un poco más.

Cuando sus manos habian logrado su objetivo ambas volvieron a estar sobre el libro, pero extrañamente una brisa soplo con mas intensidad ¿seria un mal presentimiento?...no lo sabia en verdad, con el semblante muy serio, miro hacia arriba perdiendose en el verdor de las ramas que este le daba, pero sus ojos se vieron inquietos cuando su vision se fue mas lejos de la que ya tenia. Ahí donde un joven parecia tener algunas compicaciones o tal vez un problema tan grande como el de el, la vida misma, no sabia cual seria la respuesta a pensamientos rapidos que pasaban por su mente, mas no dejaba de sentir mas preocupacion a medida que el joven seguia en una pocision un tanto peligrosa...No pudo aguantar mas, colocandose de pie rapidamente, el libro quedo tirado sobre el cesped junto a su mochila.

La vista desde ahi no era muy clara para el, por lo que no entendia el objetivo del contrario estando allá arriba. No dio pie a mas razonamiento, corriendo rapidamente hacia el interior y subiendo los escalones tan rapido que parecia que el cualquier momento tropezaria, cayendo al suelo de golpe, pero no fue asi, un humano cuando siente el peligro por abra de magie parece mas como alguien de otro mundo, no suelen caer y su velocidad parece siempre ser la exacta.

Con la respiración agitada llego hasta el joven, caminando acelerado tomandole por la ropa desde atras, su mano se aferro firmamente a el, al parecer el joven no habia percatado su presencia y algo abrumado le tiro hacia atras, alejandole del peligro en cosa de sengundos.

Volvio a girar la mirada en busca de los otros ojos con algo de rabia -...¿que haces? ¿acaso quieres matarte por tu imprudencia?...- bajo la vista respirando mas calmado, acompasando los ritmos de su corazón, sin esperar respuesta, aunque en verdad la necesitaba.

No escuchó en ningún momento algún paso que le hiciese alusión que alguien venía en carrera a salvarle, después de todo lo que él deseaba era darse muerte, pero... Sin el anillo de su abuelo no lo haría. Partiría a las llamas del infierno junto a su preciado anillo, ése que peligraba con caer al precipicio antes que él... Alargó un poco más el brazo y la valla chirrió, anunciando lo que era sabido; Pronto caería. Debía apresurarse, alcanzarlo... Sus dedos lograron atrapar el pedrusco, dándole incluso tiempo a cerrar sus dígitos en un puño para proteger su más preciada reliquia. Ahora si podía dejar que el destino se diera y terminar de ése modo contra el asfalto del colegio.

Ya no volvería a ver los horrendos gestos de satisfacción de aquellos que le utilizaban para alcanzar el placer carnal. No dolerían las cicatrices que la vara del sacerdote dejaban casi cada día en su piel. ¿Era pecado rendirse a los brazos del señor para una vida mejor?

Una vida mejor... Sonrió ante la idea y cerró los ojos, dejando que las leyes de la gravedad le empujasen al fin de una insatisfactoria vida; Cielo u infierno. Eso era algo que no importaba. Todo sería mejor que la agonizante vida que llevaba. Tomó aire, preparandose y...

Abrió su único ojo no cubierto por un parche de golpe por la sorpresa pues de improvisto sus ropas habían sido jaladas por un total desconocido. Hubiese podido poner resistencia y haber terminado ambos aplastados contra el suelo que yacía metros abajo, pero... El movimiento le desconcertó y tal fue así que terminó sobre el cuerpo de aquel que parecía un par de años mayor.

Su corazón latía casi tan rápido cómo el de quién tenía abajo. Él uno por la carrera, el otro por la adrenalina de sentirse descubierto. Su puño cerrado (con el anillo fielmente resguardado en éste) se postró sobre el acelerado pecho contrario mientras intentaba cavilar en la situación. ¿Sería de la iglesia? ¿Alguien que pudiese también castigarle?

Todo aquello quedó descartado cuando escuchó esa voz preocupada. ¿A él? ¿Por él?. No... Era una trampa. Se alejó bruscamente de su salvador, haciéndose hacía atrás hasta el punto de casi quedar nuevamente sobre aquella cedida valla. Su ojo azul apuntó con miedo a ése chico, negándose a la realidad de que alguien pudiese llegar a preocuparse por él; Un huérfano

Vaya chico con el que se habia topado por obras del destino, si bien el no era quien para criticarle el hecho de querer morir, el era uno de los primeros que compartia esa clase de determinanciones, pero en este momento...aun faltaba mucho camino que recorrer antes de morir, aunque la vida le golpeara miles de veces casi en el rostro, Eichiro queria conocer algo muy importante que solo la vida podria traerte "La felicidad". Ese termino ni siquiera estaba cerca de de su persona, pero no queria perder la misera esperanza de saber que tal vez, algun día podria encontrarla.

Su rostro se encajo suavemente en el del joven, buscando rastros de un dolor ajeno al suyo, tratando de encontrar en su mente, palabras de esperanza y aliento para el chico...claro, el no podia saber si de verdad el chico queria morir o si simplemente estaba jugando a algo mas ¿como podia entender un corazon ajeno, cuando ni siquiera podia entender el suyo?...eso era algo inevitable, no podia luchar con su personalidad autista para conseguir encajar con el resto de la humanidad.

Sin embargo era algo que debia intentar. Sus ojos interceptaron una de las manos del joven, percatandose que una de estas estaba cerrada en un puño sosteniendo quien sabe que, con tanta fuerza, le gustaba de alguna manera la gente asi, pero jamas lo diria, no era de su gusto expresar tales sentimientos...Con tranquilidad al notar la rapidez con que este se habia levantado de su cuerpo, no noto que su cuerpo en ningun instante habia temblado por el rose de una piel ajena, nunca le habia gustado el calor de otro cuerpo, no porque lo odiara si no porque le ponia nervioso el solo hecho de la palabra "sentir".

Se levanto algo asustado ahora, cuando vio que el chico volvia a estar muy a la orilla del varandal, un solo movimiento en falso podria desenbocar a una tragedia...no estaba listo para ver ni una sola pizca de sangre ser derramada ante sus ojos, extendio su mano suavemente en lo que sus cabellos volaban juguetones por su rostro, el brillo de sus ojos celestes al punto de verse casi grises, le pedia al mirar del contrario que volviera junto a el, volver a esa alma agonizante que muchas veces tambien habia deseado morir.

-...escucha...no hagas locuras...por favor vuelve aqui...prometo siquiera ponerte un dedo encima...yo tambien le temo a las personas y el hecho de sentir su piel ya me pone mal...- su mano seguia tan extendida como el alcanse de su brazo le daba -...yo poseo una enfermedad muy complicada y el solo hecho de ver sangre me puede convertir en algo espantoso...por favor no nos destruyas a ambos...- el viento se intensifico y su camisa volaba al ritmo de este, marcando cada parte de su pecho nivea...el collar en su cuello se movia de aqui para allá, recordandole a Eichiro que no podia morir aun.

Arqueó a duras penas la espalda con aire sorprendido cuando sintió algún pequeño filamento del amasijo de hierro que tenía detrás clavársele en la espalda, emitió un único sonido quejumbroso antes de volver a su antigua posición y fijarse en la mano que le estaban tendiendo. El tiempo pareció entonces detenerse y le dio unos vagos segundos para fijarse mejor en aquel; El viento desacomodaba los de por si, ya desordenados mechones que poseía el otro. Sus ojos... Mostraban también aquel brillo de soledad, pero al contrario de los propios, parecía que el mayor si tenía ganas de seguir con vida.

Su zurda vaciló a dar alcance a esa mano, si más no, se alzó débilmente del suelo e hizo un movimiento sumiso en su dirección, pero detuvo el movimiento antes de que se hiciera notorio. – No sabes nada... – Por fin se dejó escuchar. Su voz aun que firme y llena de seguridad no dejaba de ser la de un niño, uno cuya inocencia había sido arrebatada a la fuerza. Prosiguió a cerrar con fuerza los parpados, negándose a si mismo a seguir viendo la bondad de aquella mano aún fielmente tendida hacía si. - ¡No sabes nada! –

Se hubiese puesto en pie si no fuera por que estaba temblando. La decisión de antes parecía estar menguando a marchas peligrosas. Era su culpa, volvería a su vida de siempre por su culpa. No obstante, lo mentado por el desconocido le hizo caer en la cuenta de que algo no iba bien. ¿Destruirle a él?. Se negó al hecho de dañar a nadie. Él sólo quería su final, no el de alguien más.

La muerte le daba la oportunidad de comenzar. Cómo bien sabía, los suicidas iban derechos a los brazos del demonio, pero... Cómo no preferir las brasas a una tortura constante?. Siguió con los ojos cerrados incapaz de mirar a ése que estaba cerca de su persona. Si abría su único ojo sano se dejaría, sería débil. Volvería a desear seguir con vida.

Tambaleante logró sostenerse de sus dos piernas, sin mirar ni hacer alusión de hacerlo. Su fuerte temperamento y el orgullo irracional le impedía el ceder a lo que un alguien que no sabía de su vida pudiese llegar a desbancar una propuesta suya y lentamente se encaró dónde estaba el precipicio que le llamaba a gritos. La libertad se olía... Y el viento, feroz, le agitaba las ropas, jugaba furioso con su cabello. – Gracias... – Susurró, dando el paso definitivo

¿no sabes nada?...eso era obvio, como iba a conocerle si cuando era la primera vez que se veian el ya estaba al punto limite de la muerte, Eichiro queria convencerle de que el tambien tenia duras penas con las que debia cargar, pero no sabia como expresarlo, estaba molesto por ser un inutil en aquella situacion, mas no lo demostro.

Es no sabes nada volvio a salir de esos labios y Eichiro guardo silencio, cada ves la situacion le ponia mas nervioso al punto de quedarse en blanco por segundos, no, debia seguir hablandole para hacerle entrar en razon de que aun no era el tiempo para morir, de que aun quedaba mucho por que luchar, el echo de ver luego esparcido ese liquido carmesi le voloveria loco de remate, algo que el joven no sabia era que dentro de su corazon existia un maldito monstruo, ese que no perdonaba a nadie y solo destruia solo por placer, claro estaban todas las piezas para que su otro yo saliera, un niño deprimido, la terraza, el joven lanzandose por esta y finalmente lo que le permitiria quedar peor de lo que ya estaba, la sangre.

¿gracias?...no jamas, no mientras el estuviera a unos escazos metros de el, no le dejaria caer aunque este le suplicara de por vida que le dejara acabar con su existencia, era algo que no toleraria ni un segundo.

Cuando el chico se solto tan suave y ligeramente, Eichiro rapidamente dando dos zancadas ensachandas alcanzo a tomar de la punta de los dedos del niño, tomando la fuerza interna como arma puntual para jalarle lo suficiente hasta el interior del barandal, esta vez no entorpecio y aun de pie, tomo mas firme su mano aferrando su muñeca con presion jalandolo a las escaleras con el ceño fruncido. Mientras decendian por los escalones casi al punto de llegar al primer piso.

-...no hagas estupideces frente a mi...eres aun joven para tomar semejantes determinaciones...primero te escuchare...luego te aconsejare y para terminar compartiremos nuestras tristezas...- espeto aun molesto, su voz ya no tenia esa timides que tanto odiaba, quizas fue por culpa de la adrenalina del momento, claro, era lo mas probable, pero no era tiempo de pensar en el, si no mas bien en el otro joven que parecia sentirse mal por su putrida existencia, tanto como el.

Con paso acelerado llego fuera del edificio casi a la orilla del arbol donde antes se habia sentado a leer placidamente, no dijo nada mas se le quedo mirando en profundo silencio ahora ya mas calmado.

Sus ojos se agrandaron hasta el límite de insospechado cuando sintió el primero fino agarre que la suave piel del adulto proporcionó a sus libres dedos y antes de que pudiese alejarse de ése contacto el agarrese tornó aún más fuerte. ¡No! Debía... Debía terminar. Cerrar los ojos y no volver a ése mundo terrenal. Descansar... Gimió por lo bajo cuando el equilibrio por parte del mayor se denotó perfecto. Sin caer, no podía tener la posibilidad de escapar y es que, le gustase o no, su cuerpo no tenía la fuerza necesaria para soltarse.

No obstante, se retorció bajo el firme agarre creado en su muñeca e intentó hacerse hacia delante para tratar de que le soltase. Pero no logró absolutamente nada con ése gesto. El desconocido seguía tirando de él con tanto ímpetu que le estaba siendo imposible incluso seguirle el paso. Tropezó reiteradas veces pero ninguna vez llegó a darse contra el suelo al estar fielmente afianzado al agarre que seguía sujetándole.

- Tu que sabes... – Y esta vez no sonó tan firme como anteriormente. Ahora, lejos del lugar dónde podía liberarse de la opresión de esa vida no tenía especial interés en escuchar. Ni escuchar ni hablar. Volvió a retorcer su brazo y viendo que le era realmente imposible, desistió.

Cuando llegaron bajo el árbol se quedó mirando la zona y en su rostro se cruzó una vaga mueca sorprendida. ¿Había corrido desde allí hasta el lugar dónde pretendía tirarse?. Desvió su ojo en dirección a ése que le había salvado al mismo tiempo que le condenaba a estar en el mundo terrenal. Su mirada supo a sorpresa y enfado... una extraña mezcla de emociones que no disimuló.

Su cuerpo comenzó a temblar de manera inconsciente, cómo si ahora el miedo achacase su pequeña figura e inmediatamente condujo su mirada al suelo, incapaz siquiera de mediar palabra. Los temblores fueron en aumento y en vez de volver a intentar soltarse, la mano que no sostenía al anillo se agarró a las ropas de aquel que sin duda estudiaba en aquella escuela

Le miro sorprendido al notar que el chico le tomaba de sus ropas, parecia una manera de pedir ayuda, le basto el mirarle a los ojos para entender el significado....sus manos algo timidas subieron suavemente posandolas en los cabellos del joven, con sutileza acaricio lentamente sus cabellos tratando de que el niño percatase su afecto, algo que no solia ocurrir con frecuencia ya que normalmente estaba solo, autista de todo, solo viviendo en un mundo donde parecia nadie caber...pero el...parecia ser la ecepcion, cuando sus ojos se posaron en los ajenos, era como estar mirandose a si mismo cuando aun era solo un crio.

Sonrio algo mas relajado ya que de alguna forma parecia haberse acostumbrado al tacto de aquel, su piel ya no le causaba ese tipico temblor, ya no sentia el miedo de estar tan cerca de otro, claro...solo si se trataba del niño, sabia que cuando alguien mas tratara de hablarle, todo volveria a ser igual, Eichiro nunca habia entendido que muchas veces los humanos solo sabemos confiarles nuestros secretos a un numero muy pequeño de ellos, un amigo especial, alguien que no le hiciera temer cada vez que algo querian espetar sus labios.

-...no te sientas mal...ya todo paso...- inconciente de su sentir le jalo a su pecho abrazandole.
-...puedes confiar en mi asi como yo lo hare en ti...- sus labios acallaban su sensual voz una vez mas.

No hizo ademán de moverse o de parecer incomodo ante el inesperado abrazo creado por aquel, aún desconocido. Sus dedos tampoco dejaron de ejercer fuerza en la tela de la camisa ajena.. No podía. Sospechaba que de hacerlo se caería a su cuerte, y ésta sería un pozo oscuro que curiosamente ése chico le había sacado. Oscuridad. ¿Realmente deseaba ceñirse a las tinieblas?. Cómo devoto religioso sabía mejor que nadie lo que un suicidio desempeñaba. No obstante... Ahora pareció realmente querer ceñirse a la vida que antes hubo estado apunto de desperdiciar y lo hacía de un modo un tanto ortodoxo; Agarrandose de las ropas de aquel del cual por un momento quiso tener lejos. Un total desconocido que le había hecho sentir temor de si mismo, uno que le estaba haciendo temblar.

Odiaba el contacto físico por demasía, demasiados recuerdos dolorosos le embriagaban cuando una piel que no era la propia se acercaba. El calor humano le repugnaba, el sentir el latir de un corazón ajeno lo repudiaba con todas sus fuerzas. No existía nada del cuerpo de un ser ajeno que pudiese darle satisfacción, confianza o plenitud, sin embargo... Aspiró suavemente el aroma del torso de quién le tenía fielmente abrazado, produciéndole una cosquilleante sensación en el vientre que siquiera él, proclamado el "rey del hielo" pudo remediar. Se dejó dócil hasta que recuperó la estabilidad, y entonces, el encanto abandonó la escena.

Se separó bruscamente de su salvador cómo si su piel le produjese algún tipo de dolor, ciertamente, sus labios se fruncieron y su ceño pareció poblarse de arrugas conforme también se tornaba en un gesto autoritario y prepotente. Su único lucero azul enfocó aquella celeste que tenía delante y nuevamente se sintió desprotegido. Esa mirada era igual a la suya. Quizás más sabia, más experimentada, con un deje adulto... Pero eran iguales.

Retrocedió un sólo paso cuando escuchó aquella voz hablarle con tal vez un no deseado tono sensual, pero lo cierto es que su cuerpo volvió a temblar, esta vez no por temor, si no por un extraño y hasta ahora jamás experimentado desconcierto. Su espalda pronto dio contra el árbol cercano a ambos y por el golpe, emitió un suave quejido al unisono que su mano soltaba el anillo que tan firmemente había estado sujetando y éste calló sin reparo al suelo. No se agachó, pero su mirada vagó en dirección a su más preciado tesoro, aprovechando esa evasión para hablar.. Por lo bajo, en suave susurro.

- Morir... - Volvió a verle, de reojo, a escondidas. Cómo si temiera volver a encontrarse con aquellos ojos tan.. Suyos. - .. Es la única opción. –

Un ser de lo mas extraño cuando este se aparto de su lado al unisono, el agarre no era tan intenso, mas sus ojos seguian buscando los contrarios...tratando de hallar el motivo a su profundo dolor....cerniendo un poco los labios escucho el sonido de su voz, pero aunque era hermosa...estas solo declaraban mas deseos inutiles ¿morir?...si le hubieran preguntado en otro momento, lo mas probable es que hubiera estado de acuerdo...de hecho le habria acompañado en su travesia mortal...pero aun no era el momento de entregarse al mundo de los muertos, recien habia comenzado a conocer despues de tantos años ahi...viviendo como un sombi...ese joven era el primero con el que entablaba una charla, claro esta no era de las tipicas conversaciones bajo una tarde de verano...pero aun asi ya era un comienzo.
Miro cada paso que este daba y con tranquilidad se sento en el mismo lugar...sobre el cesped, mirandole una vez mas mientras hacia un gesto de mano para que el joven se sentara cerca de el.
-...ven aqui...conoscamonos...- rio entre labios muy dulcemente -...mi nombre es Eichiro Takashi...es un gusto conocerte aun cuando haya sido de esta manera...- su moviento de muñeca ceso ladeando el rostro con los ojos entrecerrados aun buscando traviesamente la mirada ajena -...¿cual es tu nombre?..- espeto suave...una brisa calida movia unas cuantas hebras de su cabello a un ritmo elegante.

Se quedó mirando todas y cada una de las acciones de ése curioso personaje. Le dejaba su propio espacio, algo que agradecía, pero era más que evidente que la mirada que se postraba en él seguía , no incomodándole, pero si causando cierta sensación que no sabía definir del cierto. No se apartó del árbol, pero lentamente flectó las rodillas hasta que sus dedos dieron con el antes caído anillo, una vez con torpes movimientos se incrustó en su dedo gordo, volvió a desviar la mirada, la misma que hasta ahora no había querido mover del a otra figura.

- Eichiro... – Repitió con sublime lentitud, cómo si quisiera paladear las sílabas que confrontaban el nombre de su héroe. Se movió lentamente, cómo si algo le arrastrarse a estar cerca de él. No quería y su orgullo le negaba a permanecer allí, pero... Resopló. Bien. Su conducta le llevaría algún día a la perdición, no obstante, dejó caer de golpe el cuerpo sobre el suelo, quedando hábilmente sentado. No muy cerca, pero si lo suficiente cómo para darse cuenta de que su voz al hablar tenía un cierto deje de algo que le hacía temblar. Odiaba el contacto físico, pero con él, juraba creer tener la excepción.

- Ciel. – No era muy abierto hablando, nadie, jamás, en todos sus años de vida se había preocupado por saber u nombre. ¿Para qué?. Siempre era más cómodo profanar un insulto.

Esa mirada dulce seguia clavada en sus ojos, que parecian congelarse a medida que mas le veia...un bello rostro...un ser formidable que deseaba morir y de alguna forma junto a el...vio que el joven se habia sentado a una distancia muy fina mas aun asi no podia alcansarle con sus largos brazos Levanto su mano llevandola al menton al oir la respuesta a sus preguntas, tan poco, tan vacio...esperaba que fuera un poco mas parlanchin al entablar una platica...pero era comprensible, recien venia conociendole, era algo casi natural que se cortara tanto frente a el...sonrio un poco mas mirando ahora el cesped que les cobijaba en su regazo...su mano abandono el menton tras posarse en el suelo verdoso tirando unas cuantas ramillas de este, jugueteando con este mientras pensaba en que podria decirle ahora para que Ciel se diganara a tenerle mas confianza.

-...y bien...dime de que lugar eres Ciel...cuentamen algo de tu vida...aunque por todo lo que eh visto de ti me parece que no tendras muchas ganas de hablar del tema asi que si no quieres decirme...no te obligare...- algo razonable...no pensaba forzarle a que le dijiese el motivo de su desesperada huida al mundo espiritual.

Quería hablar, pero no se lo podía permitir. Nadie en sus años de vida había visto sus lágrimas por más torturas que le fueran empleadas, y ése desconocido no sería el primero. Para nada. Él no... No tenía derecho a verlas. No era nadie.

Sin embargo, el contacto de la piel de Takashi sobre la suya no le pareció, en absoluto, desagradable. Bien es cierto que se retorció vagamente, pero no golpeó esa mano que permanecía en contacto con su mentón cómo hubiese hecho si quién hiciera el gesto se tratase de otra persona. No se atrevería a dañarle. Y siquiera entendía la razón. O quizás si... Era mera cordialidad. Sí, eso era. Le había salvado la vida y...

- ... – Tan cerca. Estaba tan cerca... Sintió las nauseas del miedo golpearle cuando el rostro de aquel ser quedó tan cercano al propio, sintiendo una serie de emociones hasta ahora creídas enterradas. No obstante, se armó de valor para hablar, aunque no fueran más que mentiras auto-protectoras. – Aléjate o te morderé. - Susurró, no muy seguro de haber logrado el tono pretendido.

¿morderlo?...vaya esas pàlabras no eran las que hubiera esperado en aquel instante, pero al menos habia logrado sacar algo mas de esos labios carmesi, que le eran completamente atractivos...aun sujetando de su menton continuo penetrandole con su mirar, no pretendia dañarle pero el tampoco le ayudaba a que la situacion se hiciera mas amena.

-...porque eres tan agresivo Ciel?...- musito con desden -...solo quiero ayudarte...pero tu no me dejas entrar en tu corazon...- acto seguido...acerco sus labios a la mejilla del joven dandole un tierno beso haber si se calmaba un poco y le abria su corazon.

El cielo emitio un brusco sinido que retumbo fuertemente sobre la tierra, una tormenta que sigilosamente se acercaba...las primeras gotas comenzaron a caer sobre ellos...y la fuerza del viento aumento mesiendo los cabellos de manera mas violenta.

No podía dejar de mirarle. Lo intentó, pero su ojo azul volvía a mirar aquellos de color celeste que parecían haberle embrujado de un modo para nada agradable. Era extraño. Sentía que se podía quedar sin aire aún y estando respirando de manera constante. Sería... Sería cosa del miedo anterior. ¿No?

Hubiese retrocedido para así separarse de su rostro con prisa, dejar de mirarle, dejar de sentir su piel, sin embargo, pronto notó los labios ajenos impactar con dulzura en su mejilla y rápidamente, su palma derecha impactó a modo de defensa contra lo que alcanzó del rostro ajeno en una rápida y bien edificada bofetada. No separó la palma de la zona mientras la piel de Eichiro se tornaba roja, se le quedó mirando con el miedo grabado en las fracciones.

El cielo tronó, dando a lucir su enfado al haber tocado a alguien tan puro cómo aquel que única deseaba cuidarle. Ya no pudo más, la humedad congregada en sus luceros se dejó ir, por suerte, las lágrimas que derramó se mezclaron con las gotas de lluvia que perfilaban estratégicamente su rostro. Su respiración cambió y los movimientos esparodicos de su estomago daban a mostrar lo que la lluvia ocultaba; Su llanto.

Tras darle ese tierno beso en la mejilla, sintio como rapidamente la mano del joven se impactaba en su mejilla...vaya bofetada eso habia dolido, pero no mostro expresion de ello, solo su rostro quedo de lado cuando la mano contraria impacto con brusquedad.

Saco la mano de su bolsillo sin soltar el menton de Ciel, llevandola a su mejilla...sintiendo como esta ardia, claro, lo mas probable era que la mano contraria quedara marcada en su rostro, pero era comprensible, el habia osado atrevidamente en darle aquel beso...se lo merecia, le miro aun con el mismo grado de ternura en total silencio, no queria abrumarle con su personalidad.

Si bien el joven le causaba un grado de confianza que muchos otros, jamas...lograrian conseguir, por pretendio que el golpe nunca llego.

-...cuanto mas piensas quedarte callado...- espeto con suavidad.

La lluvia rapidamente empaba su rostro, sus cabellos ahora se apegaban mas a su piel nievea, mas no presto atencion al clima en ese instante...necesitaba saber en que estado se encontraba Ciel ya que al mirarlo este parecia mas abrumado que antes.

-....que es lo que pasa Ciel?...dime algo...- esta ves paso sus brazos rodeando su cuerpo para darle mas calor y tratar de reconfortarlo.

¿Por qué? ¿Por qué no se había quejado? ¿Por qué no rechistaba? ¿Por qué le miraba cómo si le comprendiera?. Era... – Estupido... – No era la mejor manera de responder a la suavidad de las palabras contrarias, lo sabía. Y esta vez poco le importó que su voz sonase excesivamente nasal, entrecortada o débil. Eso era algo así cómo la moneda que cambiaba por el precio de la bofetada; El dolor físico de su acompañante por la vergüenza propia. Justo y equivalente, depende de cómo se viera.

Iba a alargar una mano, a quitarle el cabello que, mojado, se ceñía sin piedad sobre ése rostro que hasta que se habían cruzado no hubo dejado de mirarle con excesiva ternura. ¿Creía que se arrepentía de lo anterior?.

El abrazo contrario le desarmó. No se había percatado que nuevamente su cuerpo se ciñó a unos temblores propios de un cuerpo a punto de cangrenarse por el frío, por descontado, seguía sintiendo los espasmos del llanto, haciendo que la delgadez de sus hombros se sacudiera a cada rato. Por lo mismo, aceptó el abrazo, de ése modo su rostro podía estar escondido de aquellos luceros.

El azul cielo de esos ojos .. Estaba seguro que estos tenían lo que no había conseguido arrebatarse con el suicidio; El alma. No podría explicarlo a ciencia cierta con palabras, ni entendía del todo la extraña situación, pero... Estaba seguro y podía afirmar que ahora su cuerpo carecía de alma. Estaba junto al otro.

Sus manos, débilmente, agarraron la ropa que cubría los laterales de la pulcra y ahora mojada camisa de su compañero y se dejó al llanto.

Hizo mas fuerte el abrazo cuando sintio que por fin el joven lograba desahogarse de su tortura interna, aunque no le agradara ver llorar a otros, sentir que Ciel lo hiciera...le daba una sensacion de paz ya que despues de la tristeza, siempre viene la calma...mas no dijo nada...algo en su interior hizo que sus ojos se blanquearan cuando percato lo que era.

"no seas idiota...ahora esta debil...tomalo y llevalo a un lugar solitario....pero lo mas exquisito del plan es violartelo" .-sonriendo sin tapujos eso maldita voz interna que trataba de despertar, sacudio un poco la cabeza para ver si asi...la maldita voz dejaba de molestarle.

La lluvia se acrecento por lo que libero un poco el agarre que tenia con el joven, quitandose la chaqueta del instituto...poniendola encima de los hombros de Ciel para que entrara un poco mas de calor en su cuerpo, al notar el temblor de su cuerpo...escucho claramente el "estupido" pero pretendio no oirlo para no contestarle alguna necedad.

-...esta lloviendo a cantaros...mejor deberimos movernos de aqui...asi solo lograremos enfermarnos...- repuso con suavidad, tomando de su mano para que este se pusiera de pie.

Cuando el mayor hizo el gesto de separarse sus manos se negaron a ello e hizo que el agarre fuera aun más fuerte de lo que anteriormente había sido. Necesitaba del apoyo emocional de aquel que había sido testigo de su tortura aun que sólo fuera un poco más, sólo un poco m... Parpadeó ligeramente confundido cuando notó cómo una tela de aspecto caro le rodeaba los hombros.

Cierto que su cuerpo estaba en pleno temblor, pero intentó que no se percatase el otro. No obstante, sus manos soltaron la camisa del ojiazul y así procedió a acomodarse la tela que le estaba brindando el calor olvidado. ¿Era delito u algo así no negarse a tomar prestada la ropa del otro? Jamás había tenido la oportunidad de portar la ropa de otro, y aunque le quedase grande, era reconfortante. No, no por la ropa en si... Si no por el hecho de sentir la preocupación de alguien evocada en su persona.

Asintió a su propuesta, no era en absoluto conversador y raro era que soltase palabra. Aún y así, su mano, débil, se dejó a esa que se aferraba a la propia y con cuidado se cerró entorno a la misma mientras se ponía en pie. Humedad, sentía su cuerpo horriblemente pesado a causa de la humedad de las ropas.

Los estallidos de la lluvia eran cada vez más marcados indicándoles a ambos que tenían prácticamente la tormenta encima.

- V-vamos. – Tiritó, aún envuelto por el frío.

Apretando levemente la mano contraria, con un poco de im`pulso desde su mano, le ayudo a levantarse....se detuvo pensando a donde deberian ir ese dia para refujiarle, estaba claro que el colegio no era el mejor lugar, la noche estaba sobre ellos por lo que penso que lo mejor era llevarlo a su casa donde le daria cobijo aquella noche, que cada vez mas...parecia como de terror.

Volteo el rostro mirandole con una suave sonrisa -...lo mejor sera que nos vamos de aqui...pronto vendra el guardia que cierra las puertas y la idea no es quedarnos atrapados aqui o ¿si?...- aun sosteniendo de su mano, camino hasta el arbol donde yacia su mochila humedecida por la lluvia...tomandola despreocupadamente...colgandola en su hombro.

Esta vez no le miro, emprendiendo el paso lentamente hacia la salida musito con serenidad -...vamos a mi casa...ahi podras quitarte las ropas mojadas antes de que te refries...yo te dare algunas mudas de ropa...- llegando a la puerta sin detenerse....sus pasos se apresuraron un poco mas ya que el aguacero caia sin tregua.

Su rostro se mostró sorprendido cuando el recién conocido chico le ofrecía cobijo en su casa. No era algo que terminase de ... Debía llegar a la iglesia antes de la hora de cenar o se vería de nuevo en aquellas disputas en las que poco o nada tenía él que ver. No quería volver a verse rodeado de brazos que sólo apaleaban su macreada figura. Así que quizás por eso, asintió dócilmente a lo propuesto. De todos modos, estaría castigado igual. Sea cómo fuera, todas las noches eran su tortura personal.

Le miró con los labios ligeramente fruncidos cuando mentó lo referente al cambio de ropa. ¿Iría con ropa que no le pertenecía?. Aun que seguía con frío por que tenía las ropas totalmente envueltas en el frío rastro de la lluvia, un rubor apareció en sus antes pálidas mejillas, no obstante, siguió sus pasos lentamente, asiando de manera disimulada con una mano la ropa del mayor.

Esa sería la primera vez que visitaba el hogar de un.. "amigo". Para ser sinceros era la primera vez que tenía uno. No sabía como proceder o comportarse.

Avergonzado, miró directamente al suelo. El patio se encontraba encharcado y ciertamente, su calzado se encontraba hundido en el barro, pero aún y así se sentía dichoso. - Vamos. - Susurró, no muy convencido de que eso fuera lo que debía decir.

[{ Escena Terminada }]