Crónicas de terror - Privado.

Los sonidos de las pisadas eran claramente diferentes en ritmo y precisión, donde los modos de andar de aquellos que se desenvolvían en aquel oscuro lugar presagiaban a viva voz algo… algo que si alguien hubiera escuchado con más atención, hubiera comprendido pero nadie se detenía por tales detalles, mucho menos aquel joven de pálida piel que acompañaba a aquel peligroso hombre que era unos pocos centímetros más alto que él.

Su paso era firme y seguro como le era usual, aunque más lento de lo que acostumbraba, y de alguna forma, ciertamente era una suerte que supiera mantener un estado de aparente desasosiego según su voluntad, por que de otro modo el dolor que atravesaba su cuerpo se habría visto sin detenerse por un segundo a pensar en su orgullo. La noche que había pasado con Rossiel lo había desgarrado de tal forma que cada paso era una tortura inexplicable, una que solo soportaba con aquella mascara, por un fuerte deseo o ¿necesidad?

- ¿En serio?- dijo levemente sarcástico al escuchar aquel comentario. Por que él no perseguía al pelinegro, solo estaba evitando tener la oportunidad para comenzar a evitarlo, por eso no le había permitido al otro marcharse solo, por eso seguía caminando con todo el garbo que su, ahora, lento caminar le permitía, sintiendo una extraña sensación de alivio al no ser dejado atrás.

Estaba a punto de decirle algo más, cuando aquella molesta lacra apareció para molestarlos, la mirada que les dirigió en medio de tal oscuridad, fue una completamente vacía, sin nada en ella, con una expresión tan neutra en su semblante que realmente parecía un fantasma, ni siquiera valía la pena molestarse con tales bajos individuos, ni siquiera por sus burdas insinuaciones, suponía que solo eran como la mayoría, perros que se limitaban a ladrar; y habían cosas más importantes e interesantes para tratar con el director como para hacerles caso.

Pero la forma en que fue detenido por el mayor le alerto, eso no le gusto nada, y en sus ojos apareció un frío recelo, imponente y evaluadora, como si se tratara de un estricto maestro en su primer día con unos crios problemáticos. Era mucho mejor que solo desaparecieran de la presencia de ambos, por que sinceramente… habían aparecido en el peor momento, Yoru no se sentía con la paciencia para lidiar con estupideces ajenas, ni las consecuencias de estas.

Claramente cuando algo iba mal, siempre podía ir peor, así que si se decía que aquel joven fantasmal antes estaba cabreado, ya que no había una palabra que pudiera describir mejor su estado de molestia; en esos instantes en que eran rodeados por esa patética pandilla, el podía llegar a quemar… quemar como el más frío hielo de los glaciares eternos. Y no precisamente por la incomoda y peligrosa situación, sino por que justamente se encontraba en un momento especialmente débil, y eso era lo que más le desagradaba, después de todo no iba a dejar salir ni una sola muestra del dolor que recorría su anatomía, la que se había ido regenerando internamente.

Escucho las palabras de advertencia que Rossiel les ofrecía a aquel imprudente grupo, comprendía que aquellos no lo tomaran en serio, podía deducir en parte lo que pensaban por la manera en que los miraban, podía distinguir las claves generales en esos rostros carentes de detalles, seguramente creían que tenían dos atractivas presas y ellos los superaban en numero, que portaban bastante dinero, y que si no de todas maneras podían sacar “cierto provecho”.

Pero uno fue demasiado impulsivo, y Yoru se dio cuenta como se dirigía a él, pero su percepción era mucho más rápida que su reacción, no estaba en su mejor condición para hacerle frente a aquel tipo que lo apuñalaría… pero ese momento en que tendría que sentir el frío metal atravesar su piel y enterrarse en su carne no llego. En cambio vio algo que detuvo al sujeto, y aunque no sabía que era específicamente, tenía cierta noción de que podía ser, por que una vez ya había tenido un encuentro con los poderes de lo sobrenatural.

Miro al pelinegro con cierto aire de decepción al ver como aquel torpe personaje comenzaba a sangrar, no tenía miedo, por que se había jurado nunca más dejar manejarse por este. Mientras tanto se encontraba rodeado protectoramente por el brazo del demonio que le ofrecía palabras consoladoras, al de ojos celestes. Era otra la emoción lo que le embargaba… lastima. No creía que se pudiera hacer nada más por aquel desdichado, pero los otros…

- Eso fue excesivo… un pequeño truco los podría haber asustado para que huyeran, terminando todo sin mayores consecuencias -dijo con un tono de voz terroríficamente neutro, no era capaz de darle ningún matiz a sus palabras en esos momentos, sino se derrumbaría ante los espasmos que querían recorrer su cuerpo, los que hasta entonces había mantenido a raya lo suficientemente bien, como para que el otro no los notara. – Nadie merece morir solo por ser estúpido.

Esperaba que esas palabras alertaran a aquellos sujetos y se retirara, como si hubieran obtenido una prueba de la peligrosidad del asunto, el cual uno de los suyos ya había tenido la mala suerte de experimentar

Se estaban enfrentando por primera ver a uno de los puntos que los separaba, no era fácil para el joven pedirle a Rossiel que dejase de lastimar a otros, él sabía que se trataba de un ser oscuro, sabía que eso debía ir en la naturaleza del otro, pero no podía solo cerrar los ojos, tampoco podía regocijarse en el dolor ajeno, ni mucho menos podía alejarse del pelinegro, ya lo había decidido, incluso tenía por seguro que si lo intentara de nada serviría, por que de todas maneras lo quería.

Escucho en medio de aquel silencio como el de ojos carmín hacía que su magia se detuviera, para luego ver como aquel individuo caía, y por lo visto seguía con vida, sintiéndose algo mejor por el pobre desdichado, aunque no quería ni imaginarse que consecuencias podría tener en él lo que había ocurrido.

- Siempre hay un depredador más grande que tú allí afuera- susurro al viento, con el mismo tono de voz que antes uso, mientras veía a los sujetos desaparecer de su vista, como un ruego interno de que aprendieran su lección.

Luego siguió a Rossiel por aquella oscura calle adentrándose en aquel lugar, en tanto sus ojos seguían clavados en esa figura de la que tan poco sabía, mientras sentía que necesitaba rellenar aquel silencio que se hacía espeso, pero tenía claro que si en algún momento su voz se abría paso, era probable que la tortura que sentía en sus entrañas lograra manifestarse por fin.

- ¿Cuándo me vas a decir que fui un estorbo?- siseo inexpresivo después de tan arduo esfuerzo, ya que la necesidad fue más fuerte que la prudencia, sin poder creer que era lo que estaba haciendo, después de todo se suponía mucho más astuto.

No temer.

Era algo que había sido tan natural para el albino antes de ir al internado, ni de niño cuando era un chico obediente, ni cuando se rebelo, nunca le tuvo miedo a nada, siempre había continuado todo con confianza y sin temor, como si siempre pudiera obtener todo lo que deseara sin perder nada a cambio, y no solo determinado a lo material, iba más allá de ese plano. Pero había comenzado a darse cuenta de que parte de ello era una mentira, había algo a lo que le temía, que estaba oculto, que había aflorado y se había transformado, y ese algo era a enamorarse.

Podía distinguir aquella espalda que se deslizaba en frente suyo era quien lo había conseguido, ninguna otra persona, de todas las que antes conoció, pudieron despertar algo se le acercara mínimamente, muchos atractivos y seductores individuos lo habían rodeado y no sucumbió ante ninguno, claro que había vivido durante muy poco tiempo, pero en alguna parte tenía esa certeza, la misma que antes le dijera que jamás se enamoraría de ninguna persona, (quizás no estaba tan equivocado por que no lo termino haciendo precisamente de un ser humano), le decía que era solo a él, solo a ese hombre el cual a penas y conocía… nadie más… nunca.

Debía ser capaz de lidiar con lo que se le pusiera en frente, para confirmar todo y para poder continuar, por eso le molestaba aquel silencio, por que le hacía sentirse inseguro, y él no estaba acostumbrado a esa gama de sentimientos que le dejaran vulnerable, cosa que lentamente tenía que aceptar pese a su orgullo.

Siguió en su deambular a corta distancia ve como el otro le da la cara por fin, y le escucha, sin dejar de sentirse molesto, pese a ese persuasivo tono de voz, todo le da vueltas y siente que no comprende nada. Solo sabe que esa imagen que tiene en frente le vuelve loco… clavano sus ojos celestes en aquellos negros y profundos, confrontándolos sin ceder

- Claro que no lo has dicho, pero no termino de entender todo - dijo haciendo un gesto de capitulación- y como has mantenido silencio me da para imaginar.

Allí estaba el momento decisivo, aquel por el cual probablemente hubieran estado esperando sin darse cuenta.

Siguió caminando hacia el pelinegro mientras escuchaba lo que le decía, sin apartar sus implacables ojos de él, esperó una continuación que era mejor que cualquier incertidumbre, mientras una fría briza mecía su larga cabellera, e helaba la piel de sus mejillas. Mientras veía como el otro le ocultaba el rostro y lo dejaba en sin saber nada, pero no duro mucho, y vio el fuego de la exaltación, el que alejo todo frío que pudiera estar sintiendo.

- Yo no puedo decirte eso- comenzó a decir firmemente mientras disminuía la distancia que los separaba, posando ambas manos en la pared en la que Rossiel se encontraba apoyado- yo no lo sé, pero me niego a que así sea – dijo siseando molesto, aunque en el fondo sentía una vez más la confirmación de lo que creía, lo cual lo llenaba de regocijo– sabes que me pasa igual, siento que me entumezco, me doy cuenta de que es una locura que no tiene ni la más mínima lógica, pero es la realidad- continuo sin importarle nada el enfado del otro, porque había algo de suma importancia que debía decir – Te quiero, y no hay nada que me pueda disuadir.

Finalmente lo hizo, dio aquel aterrador paso hacia el abismo, esperando encontrar un punto de apoyo para no caer. Pero fue entonces cuando ya estaba todo expuesto, cuando fue conciente de su corazón, el cual se había descontrolado, prácticamente en taquicardia, superando a cualquier malestar interno… solo parecía que todo se hubiese detenido. Como si nuevamente se encontraran en esa dimensión extraña, como si no hubiera nada alrededor de ellos dos, y de alguna manera así era, ya que en su mente el lugar y el tiempo había pasado a segundo plano.

Lo que vio aquel joven en esos ojos lo hizo estremecer, se sentía perdido en todo aquello, y se daba cuenta de que para el otro era algo tan angustiante que lo desarmaba.

Frunció el ceño cuando salio del arrinconamiento que lo tenía, no solo por la fuerza sino por que él mismo no hizo nada para detenerlo, podía irse si bien así lo quería… pero no lo hizo, permaneció allí dando vueltas como un poseso. Dejando claro en el ambiente que clase de desesperación sentía, una agobiante y perturbadora, que hacia que el joven apretara la mandíbula con fuerza cuando sus sentimientos fueron cuestionados de esa manera. Intensifico su mirad con rabia y dolor por ese hecho.

- No es posible- siseo acercándose a la mitad de la calle donde el otro se daba vueltas como un huracán que no contemplaba nada a su paso – Ni siquiera intentes hacer que te odie – dijo aún molesto tratando de deshacerse de esa emoción, necesitaba comprenderlo, de hecho podía imaginarse que ocurría con él, aunque tenía claro que jamás se acercaría con lo que realmente estaba sintiendo – Deja de luchar contra esto, realmente tanto desprecias este sentimiento- dijo tomándolo de las muñecas, firme pero suavemente, liberándose de la ira, dejándola atrás- ¿tanto me desprecias a mí?- pregunto con una voz que parecían dulces caricias, mientras llevaba esas manos a sus labios y las besaba, para luego besar aquellos ojos llorosos tratando de provocar la rendición.

Había entendido una cosa en esos instantes, Rossiel estaba hiendo en contra de lo que se suponía la cruel naturaleza de los demonios… ¿pero no se suponía que estos antes habían sido Ángeles? Sí era así, ya tenían una posible explicación.

Sí, el mundo seguiría avanzando a pesar de lo que les ocurriera a ellos dos, entonces no tenían por que seguir el camino que se suponía era el correcto ¿Por qué no elegir el camino que los hiciera felices? ¿Por qué no renegar de todo?

Su corazón latía acompasadamente, sintiendo la fría temperatura de quien amaba… una frialdad que ocultaba aquella pasión y que había atravesado por accidente, sí, un feliz accidente los había reunido, y en esos momentos el joven de plateados cabellos comprendía que si deseaba que eso se mantuviera debía luchar por la rendición, por la aceptación que Rossiel no era capaz de admitir. Vio esos hermosos rasgos tocados por los sutiles rayos de la luna, preguntándose como el otro pretendía que lo dejara de amar luego de verlo así, ¿como podía creer que no tomaría responsabilidad frente a lo que estaba provocando?

Ese “yo te…” le supo a gloria, había faltado tan poco para cerrar el momento, tan poco como para que lo admitiera literalmente… pero aún así lo hacía, cada movimiento de ese estado desvalido se lo decía, cada gesto en ese instante se lo confirmaba. Pero no era suficiente, ya que si no lo conseguía tenía la sensación de que todo se le podía esfumar, como el agua que se cuela entre los dedos, que debía tener cuidado por que sino lo único que podría conseguir eran esas lagrimas que con solo verlas le quemaban como el ácido.

- Ya te lo dije antes, solo somos unos locos – murmuro en aquella intima distancia que mantenían, estrechándolo en sus brazos calidamente- que sin saber en que comento traspasamos la unión de nuestros cuerpos convirtiéndolo en algo más, como fue que paso… no lo podemos saber, dejamos atrás la simple lujuria y tocamos algo divino.

De alguna manera sentía que si no abrazaba con fuerza a Rossiel este desaparecería y le dejaría allí solo, era tan angustiante su dolor, y había tan poco que podía hacer para aliviarlo… por que la solución definitiva que le llevaría paz no era aceptable, Yoru no renunciaría así de fácil, no después de haber despertado de un mundo que antes era en tonalidades de grises si comparaba a lo que en esos momentos podía ver.

- Mi alma…- suspiro dejando caer su rostro al lado de la oreja del mayor- ya esta perdida, lograste lo de nadie, lograste entrar en mi alma y nunca he estado mejor- dijo con completa sinceridad mientras acariciaba esos cabellos azabaches, tratando de reconfortarlo, intentando capturarlo para él mientras sentía que el otro también se negaba a soltarlo. - ¿Es a eso a lo que le temes? ¿O le temes a mi debilidad? ¿Temes que me arrepienta?

Veía como la negación iba formando un pedestal, como interfería a través de esa falsa voz, por que era eso, una completa evasión a lo que le había dicho o simplemente no lo había escuchado, lo cual para términos prácticos era lo mismo, lo había estancado, aunque claramente podía forzar la situación, insistir en hablar de ella, pero la distancia que en ese momento había instaurado Rossiel, al separarse de sus brazos le indicaba que no era posible.

Apretó la mandíbula con fuerza ya sabía que no podía conseguir más, pero no lo iba a dejar así de fácil, si la confrontación directa no servía, tendría que usar métodos más sutiles, dio unos cuantos pasos para quedar a un costado del mayor, y paso gentilmente la punta de sus dedos por esa negra cabellera.

- No me rendiré- susurro con el rostro inclinado hacia abajo, lo suficientemente alto como para que solo Rossiel lo escuchara.

Claro que no tenía muchas ideas de que era a lo que se enfrentaría si continuaba por el camino que había escogido, o quizás en realidad, se imaginaba demasiadas y había preferido bloquearlas, prefería hacer algo en concreto que pelear con fantasías en su mente.

- Me encantaría comer contigo – dijo finalmente en respuesta mirándolo directamente, como si con eso le dijera que le daba tiempo para descansar para recuperarse de verdad, pero que la preocupación no se borraría. No se esfumaría tampoco sus empeños, y si tenía que perseguirlo, lo haría, por que ya había visto que ese enloquecedor sentimiento era correspondido.

Llegara el momento en que lo sepas- dijo con un tono firme, aquella frase era casi como una declaración de guerra, una donde aquel demonio tendría que aceptar lo que les estaba ocurriendo. Tan terriblemente hermoso, tan atrayente… aquel a quien tenía a escasos centímetros de su rostro era el pecado hecho carne.

Que situación extraña, un demonio y un cantante… más aún, un humano tentando a un ser oscuro como aquel, no era posible que alguien hubiera previsto tal desarrollo, era una locura. Por que aquel joven había dejado atrás todo temor, y se enfocaba solo en quien amaba, por que a pesar de que la posibilidad de que todo fuera un engaño latía en un rincón de sus ojos, no lo dejaría escapar, aunque parte de si creyera que se había vuelto un estúpido.

No… un demente- se corrigió mentalmente.

Los movimientos en esas penumbras, la distancia prácticamente inexistente que por unos instantes fue establecida por aquella dulce atracción, le daba fuerzas, le brindaba un respaldo a su voluntad, como una confirmación… Su lengua jugo traviesa y calida con la de ese exquisito sabor, recordándole por nuevamente esa noche de amantes que habían pasado. Todo lo que podía sufrir su cuerpo en esos momentos que se restablecía lentamente había valido la pena. Pero como siempre llegó el momento de la separación de ese contacto.

Camino junto a él, con la seguridad de que no había ser sobre la tierra que pudiera luchar como él mismo pretendía hacer, mientras que con su mano entrelazando esos largos dedos, se dejaba conducir sin mirar a tras, con el garbo y desplante de un aristócrata, y el encanto y atractivo de un artista.

- Será una deliciosa velada seguramente- dijo con un tono levemente seductor y una expresión tranquila y complacida. En tanto pensaba como debía ser el siguiente método a utilizar para adentrarse en el alma del pelinegro.

Los pasos repiquetearon en medio de la bruma sin llamar la atención de nadie, mientras al parecer aquel joven no tenía en su mente más que una idea, o más bien demasiadas ideas con un solo protagonista, su acompañante que a cada segundo le era más necesario, el camino fue basatante corto, pero seguramente si intentara encontrarlo solo no lo lograría, por lo nulo de su atención al recorrido.

Aquel gesto que para cualquiera hubiera sido halagador hizo que aquel joven de largos cabellos alzara una ceja, y simplemente avanzo, definitivamente si eso no era amor, él mismo no sabía que era, por que jamás había permitido que le trataran como a una damisela, en las “relaciones” que había tenido con anterioridad había sido mucho más… ¿dominante? Aunque claro no había nada en su pasado que se pudiera comparar con el presente.

El lugar que había escogido Rossiel era de su plena satisfacción, realmente hermoso y elegante, con un toque de misterio en sus rincones, entre gótico y barroco… como había dicho antes… seguramente podrán pasar una exquisita velada. Pero la intervención del mozo no le paso desapercibida, hubo algo en su rostro, en el brillo extraño en sus ojos, que decía que había reconocido al demonio con el cual cenaría, así que una vez más su mente se lleno de ideas y preguntas, las cuales se limito a dejar pasar, dejando su mirada fija al frente sin mirar mucho más a su alrededor.

Nuevamente un delicado gesto, cuan extraño era aquello, pero si lo que creía era cierto, era natural que le tratara de esa forma, y una vez más sentía sensaciones encontradas, que no estaba muy seguro de descifrar, por una parte el goce de aquellos mimos, y por otra… su orgullo de hombre le recriminaba. Sin sumarle lo tortuoso que era sentarse en esos momentos, pero era capaz de disimularlo bien. Cuando se dio cuenta que esos oscuros ojos escrutaban los suyos, paso algo en su interior, como un vuelco en el palpitar de su corazón, y simplemente hablo.

- ¿Sabes?- dijo un tanto divertido mientras cruzaba sus largos dedos y apoyaba sus codos en la mesa – no estoy acostumbrado a ser tratado tan… caballerosamente – su mirada era ciertamente orgullosa, pero en ella había un cariño indudable – me es ciertamente “extraño”- murmuro con un toque de traviesa malicia.

Ver esa expresión de preocupación por su causa, le hacía sentir una opresión por haber provocado tan complicación, así trato de encontrar una respuesta para poderle ofrecer, pero esos deliciosos labios que adoraba sentir sobre los suyos comenzaron a devorarlo, respondiendo sin tapujos encendiéndose con aquella mano que se había posado en su pierna, sintiendo que ardería cuando esos dedos pasaron por encima de aquella zona tan sensibles… pero se detuvo.

No sabía si estar o no agradecido de la entrada del mozo, por una parte la excitación que había sentido quedaba trancada, sin ser satisfecha, pero por otro podía aclarar sus ideas, las cuales se vieron completamente nubladas por un instante, era increíble como Rossiel podía hacerlo olvidar todo solo con besarlo y tocarlo.

- Yo de momento deseo un vodka simple- dijo sin mirar a la carta, dirigiéndole una rápida mirada al individuo para que se retirara, lo cual, al parecer entendió de inmediato, ya que en un rincón de sus ojos distinguió el movimiento de salida de aquel.

Se acerco un poco al mayor para poder explicarse, mientras peleaba con su propio deseo, ya luego podrían satisfacerse, aunque con ello perdiera la sensibilidad de sus caderas, de momento había algo más importante que tratar.

- No es como si deseara poner orden en tus actos- dijo mientras lo observaba con cuidado. Él propio muchacho se sentía algo desorientado en esos instantes, pero sabía que no se podía paralizase por eso – me es extraño solamente, ni siquiera te podría decir de que modo deseo que me trates- prosiguió acariciando esos negros cabellos, para luego acercarse a ellos y besarlos – por un momento me pareció que olvidabas que soy un hombre, pero la dirección que tomo tu mano me dejo en claro que no- concluyo divertido tratando de disipar aquella preocupación, aunque sus ojos celestes