Dulce Sonata -Libre-

Ese día parecía que todo sería bastante tranquilo, las clases eran interesantes después de todo pues aún no había pasado malos ratos con ningun compañero o regaños con algún profesor, se dedicaba a atender las necesidades que imponía el estár en una escuela de tal prestigio. La mañana era dulce, se sentía la fresca brisa entre los pasillos, por las ventanas se asomaban preciosamente los rayos del sol brindando un poco de calor a las aulas, a las paredes heladas que consistía el edificio. Una puerta abierta y asomó su cabeza por ella, dio una mirada rápida a un lado, después al otro y notó, allá al fondo un hermoso piano a color negro, pareciera ser el salón de música y era obvio ya cuando entraba, varios instrumentos yacian acomodados de cuidadosamente en sus lugares.

Se acercó hasta aquél que en un principio atrajo su mirada. Pasó con calma la yema de sus dedos acariciando aquella madera pintada, fina, hasta sorprendente parecía el ver aquel enorme instrumento tan limpio que pareciera nuevo. Sonrió entusiasmada y observó las teclas, pasando sobre estas las puntas de sus dedos, le recordaba mucho a las otras escuelas donde estuvo asistiendo. Tomó asiento al final, era comodo.

Después se cuestiono asi misma, si se acordaría de lo antes aprendido en otras escuelas. Cerró sus ojos y de inmediato comenzó a tocar un poco, moviendo sus dedos con la delicadeza propia de sus manos, como si acariciase una rosa a punto de soltar sus pétalos, mimando a cada una de las blancuzcas bajo sus suaves dedos. El sonido invadió por completo el aula, las paredes, eco. Hermosa melodía salía de aquel preciado instrumento. La expresión de la menor, tranquila, su mirada entreabierta observando al frente, después el propio compañero con quien compartía música, inmóvil. Sonrió dulcemente, dejándose llevar por la sensación, dejándose simplemente llevar por el deseo de tocar un poco más.

( La melodía es -Sonata al Chiaro di Luna )

[Escribes muy bonito >//<]

El día había sido aburrido. Extraño para él, aún no contaba con alguien a quien llamar conocido. Las clases habían sido aburridas y ya extrañaba su consola pórtatil, que había olvidado en casa. Buscando no aburrirse, había decidido recorrer el instituto. Quizá si se extraviara podría contarlo como una aventura o algo similar.

Los pasillos eran amplios y cada uno de ellos parecía diferente al anterior. Se sentía pequeño caminando en ellos. Habría querido explorar cada una de las salas, pero algunas parecían todavía estar ocupadas.

Sin embargo, cuando pasó por una, pudo escuchar una bonita melodía. Debido a la profesión de sus padres había crecido en una ambiente lleno de música, pero a él jamás le había interesado demasiado. Mucho menos melodías tan tranquilas como la que estaba escuchando. Aún así, decidió entrar.

Abrió la puerta con cuidadado, pensando en que si interrumpía una clase se avergonzaría demasiado y no quería que algo así sucediera en su primera semana. Sin embargo, dentro, entre todos los intrumentos y sentada frente a un gran piano, había una chica que se veía muy pequeña desde su lugar.

Se acercó con cuidado. En otra ocasión, no le habría importado interrumpir, pero era como si el sonido del piano lo hubiera hipnotizado. Absorto como estaba, no vio por donde caminaba y terminó tropezando con uno de los bancos, haciendo que se arrastrara y un fuerte sonido resonara en la sala vacía.

Levantó la vista, sintiéndose como se sentiría un niño descubierto robando un dulce.


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