Primera Clase de Etica - Todos los Grados - Libre

Andaba de aqui para allá, frenetico, arreglando todos los desperfectos que hubieran en el salon, todo tenia que tener esa perfecccion que solo el sabia darle, nada podia salir mal y si algo saliera mal, castigaria al causante.

Los alumnos aun no llegaban, bueno mejor dicho aun no era la hora asiganda para su gran ramo educativo. Una vez que todo estuvo tal y como el lo queria, prosiguio a quedarse de pie junto a la ventana...observando a los que vendrian, nada era mas interesante que un primer dia de clases.

Debia enseñarles bien o terminaria por matarlos a todos con su mal caracter, el cual siempre ocultaba con su tipico tono de elegancia y una hermosa sonrisa...claro un hombre debia ser digno de tal enseñanza, no podia andar manchando su nombre de esa forma.

Entro en la clase cabizbaja saludando levemente al profesor antes de ir a sentarse en su sitio. La clase de ética jamás había sido uno de sus puntos fuertes. Miro al profesor unos instantes antes de sumergir la mirada en la ventana que tenía al lado, mirando hacia el cielo esperando a que llegasen el resto de alumnos para empezar con la clase.

Entre en clase con cara de penitencia, arrastrando los pies ligeramente al entrar, soltando un hondo y pronunciado suspiro. No tenía ningunas ganas de dar la dichosa clase, me fui a sentar sin molestarme en saludar ni nada, dejándome caer en el asiento y dejando los libros de cualquier manera sobre la mesa, cruzandome de brazos ya amenazando con quedarme profundamente dormido sin haber empezado si quiera.
- Esta clase se me va a hacer eterna . . . .

Bien. Día normal con un itinerario de clases normal. Nada parecía estar en desorden; Absolutamente nada. Su ropa yacía impoluta y correctamente colocada. En su mochila estaban todos los libros y cosas rudimentarias para emplear en la clase. Todo apuntaba que sería una mañana normal.

Sin embargo... No todo es cómo uno se imagina. Cuando abrió la puerta susurró un quedo “Permiso”, más, cuando alzó su ojo de tonalidades azules se percató de quién era realmente el maestro... No. No podía ser. Abrió los labios y estos poco a poco, en vez de pronunciar algo, se fueron tornando en una mueca enfadada. ¿Cómo era posible que su propio mayordomo...?

Se mordió el labio inferior para aplacar la oleada de insultos que quería profanar, después de todo, estaba en un aula con diferentes alumnos atendiendo. Pero se quedó allí, plantado en medio de la puerta y observando al demonio que hacía menos de unos meses había residido en su mansión.

suspiro, las clases de etica serian aburridas, pero tendria que aprenderlas por la fuerza, entro en el salon arreglado y tranquilo, no queria entrar haciendo alboroto ni enojado por nada, solamente entrar y ya para pasar esta clase la menos notori, saludo al profesor con una leve inclinacion cuando ingreso en el salon y se sento en uno de los pupitres alejados, aunque prestando mucha atencion a lo que el profesor le podria decir, talvez no lo aplicara en la dvida diaria pero le servirian si tratara de estafar a alguien, quien sabe, las cosas pueden tener utilidades insospechadas

Se habia quedado mirando estupefacto a Ciel cuando habia entrado en el aula, es que no podia imaginar que se lo encontraria por ese lugar, las circunstancias de la vida siempre le llevaban a verle de nuevo por mas que quisiera alejarse de ese crio, era una molestia y por muchos años lo habia sido mas ahora, ya no le permitiria dejarse llevar por ninguno de sus caprichos y seguiria con su vida rutinaria como lo habia hecho hasta el dia de hoy.

Alguien habia ingresado en la sala y le busco enseguida colocandose al lado de Ciel aun, un joven de ojos esmeraldas, muy guapo a todo esto por lo que sonrio feliz de la vida a ambos aunque era mas de ironia.

-...pasen sientense de una vez...odio que me interrumpan mis clases...- no dijo mas dandole la espalda a ambos mientras caminaba al escritorio donde tomo un par de servicios mostrandolo a todos para que le viesen.

-...bueno hoy aprenderemos a como hablar y como tomar los utensilios...- comenzo a pensar en quien seria el primero a quien preguntaria algo respecto a su materia.

-...tu dime...- le pone los servicios en la mano para que le muestre -...como le dirias primero que nada a una persona a la cual le invitaras a tomar un te a tu hogar?...- puso cara de chico malo esperando a que se quivocara para hacer de las suyas.

Como nueva integrante de aquel prestigioso establecimiento, debía asistir a las tediosas clases a pesar de saber de antemano que no tendría mucho que hacer allí después de todo, pues siempre sus calificaciones eran deplorables.

Sin embargo, debía hacer acto de presencia ante los docentes, por último debía ver si había alguno que valiese la pena conocer.

Por ello, aquel día se levantó temprano y vistió de manera apropiada para la clase a la que asistiría. Sin hacer mayor realce de su presencia ingresó y tomó un asiendo libre para quedar observando al que se suponía era el tutor, cosa extraña si vestía a la usansa de un sirviente.

Un deje de burla surcó sus labios tratando de no hacer evidente aquella demostración de desdén en sus pensamientos.

¿Qué siempre estaría junto a él? ¿Qué cumpliría cuanto le dijera? ¿Qué acataría sus ordenes?. Mentira. Mentira. Su mirada centelleó por la rabia. Siquiera se dio cuenta de los escrutadores y cautelosos ojos de Eichiro sobre él. Toda su atención se centraba en aquel individuo de vestimentas vistas sin duda para un mayordomo.

Su rabia aumento, y cómo bien era sabido; La rabia genera violencia. Sin pensárselo siquiera dos veces agarró un libro de las mesas que tenía más cercana, concretamente, fue el libro que la pequeña Hikari había dejado sobre el pupitre y con éste en mano se sintió fuerte, poderoso. No habló siquiera cuando lanzó el mentado objeto contra la espalda del profesor. Sin razón aparente había comenzado a respirar agitado, siendo una débil victima del asma que residía en su cuerpo.

Le dedicó una última mirada de odio y dio media vuelta para salir corriendo del salón. Tanta fue la prisa por desaparecer que siquiera cerró la puerta al salir.

Demonios o humanos, no importa. Todos terminan por mentir... Todos.

Aquel tacto le tomo por sorprenda, regresando de sus cavilaciones, Giro de golpe su rosto encarando a quien llamaba su atención. Le miro de forma dudosa un momento, con el ceño fruncido, acto que deshizo al notar la mirada amable que le ofrecía

- Hazel, mucho gusto – se presento ante aquel joven – el profesor puede no ser muy didáctico pero su clase es dinámica – comento a broma pro lo recién ocurrido – gracias por el ofrecimiento – le sonrió de forma sincera