A threat in the housing - Privado Ciel Phantomhive.

Su lengua. Podía sentirla por todas partes de su cuerpo. Podía notar incluso cómo la agitada respiración de su pareja impactaba sin piedad contra él. Una sensación única recorrió su cuerpo entero cada vez que esos finos y medio humedecidos labios se apoyaban en su desprotegida piel. Su torso, aún con la camisa medio colgando de sus brazos, comenzó a subir y bajar bruscamente, producto de la agitación que sentía cada vez que esos roces se hacían presentes. Era demasiado. Demasiado. Lo notaba gentil sobre él, no pretendía dañarle, siquiera estaba diciéndole cosas obscenas cómo lo hacían quienes habían anteriormente rozado su piel. No, Eichiro tenía cuidado.

Cuando notó el abrasador caliento del otro sobre su entrepierna abrió de par en par el único ojo que no estaba cubierto por el parche, fijando su mirada en el techo. Los agudos de la canción que sonaba cubrieron un fuerte gemido que escapó de sus labios. Estaba excitándose cada vez más, y su cuerpo ardiendo, cuando entró en roce con el colgante de su amado dio una sacudida voraz. Quemaba, se sentía arder. Algo que jamás hubo sentido en los términos de la cama. Deseaba derramarse sobre la fina presión ejercida por la cama, pero algo le decía que vendría algo mucho mejor. Y aunque jamás le habían practicado esa clase de felación, él si había degustado cómo era.

Se recordó a si mismo bajo las redondeadas barrigas de los cleros, empujándole sin piedad hacía sus erecciones, obligándole a tragarse cuanto estos querían... Notó asco. Mucho. ¿Sentiría su amante lo mismo? ¿Por qué lo hacía...? Él no estaba obligándole. Podía detenerse... Le miró de la manera que pudo, con la duda pintada en sus infantiloides fracciones. ¿Realmente no sentiría asco de hacerlo con la boca?. – A-ah... Yo... Sin... Puedo... -

Su mirar era cada vez mas voraz, quemandose el corazon con la llamas de su infierno, no, el le amaba ¿crees en el amor a primera vista?...Eichiro nunca habia amado a nadie, mas desde la primera vez que le vio, sintio como su corazon era aplacado por ese niño, nadie le habia dado amor, pero lo mas probable es que si alguien lo hubiera hecho, si, estaba seguro de que no hubiera sentido lo mismo como lo sentia ahora.

-...descuida mi cielo...- cielo eso lo habia dicho porque su nombre encajaba tan perfectamente con esa palabra, que si analizabas con cuidado, significaba mucho, el cielo era extenso, magnifico, glorioso....nada podia compararse a esa simple y tan profunda palabra -...sere cuidadoso...- susurro muy cerca del miembro de Ciel y con una de sus manos corrio el colgante para poder saborear esa piel que le hacia perder la razon.

El colgante hizo un sonido agudo al ser arrebatado por su dueño ciñiendose a su espalda, donde no tenia mas por hacer, mas que solo mirar como su amo seguia amando a ese dichoso ser. Saco levemente su lengua dandole una lamida en la punta, una y otra vez...al punto de juntar sus labios dandole un beso al miembro mientras que con su mano recorria toda la longitud de su atrayente piel.

¿Cielo?, no podía concentrarse en escucharse y ahogar sus gemidos a la vez por lo que imaginó que sencillamente se había confundido, después de todo, su nombre era similar al apodo, por lo que... Si. Seguramente se trataba tan sólo de una confusión. Aún y así, no dejó de sentirse nervioso. Hasta ahora, nadie había sido suave con su cuerpo, es más, jamás había sentido una lengua en esa zona. Sus muslos estaban amoratados y llenos de pequeños arañazos provocados por los hambrientos gentíos de la iglesia, dándole a mostrar a Eichiro el modo en el que no mucho atrás vivió.

Dejó de sentir el frío del colgante... Pero llegados a ése instante no supo que era peor, pues, cuando el frío dejó de invadirle notó de repente una armoniosa lamida en la mismísima punta de aquello que tenía incluso enrojecido. Esta vez de nada sirvió contener los gemidos, pronto sus labios se llenaron de soniditos que expulsaba lentamente, casi al ritmo de las caricias que estaba otorgándole.

Con lentitud, sus manos buscaron dónde apoyarse y terminaron por adherirse a los mullidos del sofá en el que seguían ambos. – E-esta... Caliente... ¡Ah...! – Apretó más aquello entre sus dedos, pudiendo sentir cómo la mano desnuda de su amante acariciaba la fina piel que envolvía el falo propio para descubrir incluso su prepucio, el mismo que estaba siendo lamido. – P-para... – Contrajo débilmente los muslos; Era extraño. Sentía demasiado placer. Demasiado. Nunca antes... Arqueó débilmente su pequeña espalda, sin dejar de emitir quedos sonidos.

Su mano libre viaja traviesamente a uno de los muslos de Ciel, apretandolo con deleite, ese cuerpo tenia muchas marcas, lo habia notado desde antes, cuando prometio no dejar que le volvieran a poner una mano encima, si, era una promesa que se habia echo desde el fondo de su alma, aunque su cuerpo luego estuviera en juego contra los enemigos.

No pudo resistir mas sus bajos instintos, abriendo su boca para llevarse todo el miembro a sus labios, Oh si....esa sensacion de tener esa carne entre sus labios era algo que le hacian sentir jovial. Con un ritmo lento, tortuos, exasperante...siguio en el suplicio de sus movimientos que llevaban sus labios agonizantes de mas.

-..tranquilo...- susurro al momento en que necesito un poco del preciado oxigeno, volviendo a incorporarse a en falo, llevandolo a lo mas profundo que daban sus labios.

Su respiración se hizo más pesada de lo que realmente podía esperarse. Era... delicioso. Esos gestos le derretían por dentro y tenía la sensación que también lo haría por fuera. Pocas veces había llegado realmente al orgasmo, eran contadas las veces que las torturas del clero habían alcanzado algún tipo de placer en él, por eso, la tortura de sentir cómo poco a poco sentía más ganas de venirse, se le hacía algo extraño, nuevo... Diferente.

¿Tranquilo? ¿cómo podía sucumbir a la tranquilidad con ESA lengua provocándole intensos escalofríos?. Gimió a mero modo de respuesta y despacio, sus pies buscaron dónde apoyarse. Una vez la planta de estos estuvo situado contra el colchón se impulsó sobre éste para alzar las caderas y ayudar a que su hombría quedase aún más profunda en los labios de quién amaba, con ello, se retorció vagamente. – Ei... – La saliva se escurría por su mentón, incapaz siquiera de poder tragarsela, generando todo un sendero húmedo que se perdía en su cuello. -...chi...-

- ¡A-hay...! - Ya no pudo más. Su pequeño cuerpo sufrió los espasmos previos al orgasmo y con ello, llegó al tan esperado clímax, con su falo entre los labios de su amante y temblando cómo una hoja de papel dejada al viento, su liberación fue total y pronto, los labios de su compañero quedaron bañados con su propio esperma blanco, caliente y pegajoso.

Su respiración se tornó totalmente pesada, inaguantable, insufrible. Necesitaba aire, el problema era localizarlo dado el real agotamiento que sentía. ¿Eso era el... placer?. Era delicioso el sentir cómo al venirse todas las preocupaciones parecían no importar, el notar el gozo de la pareja de cama disfrutar con lo que uno mismo soltaba... Era sin lugar a dudas algo totalmente exquisito. No vio cómo encaminaba los delgados hilos de esparma que se habían desparramado hacia sus labios de nuevo. Demasiado centrado estaba en intentar recuperar el aire arrebatado por su amante.

Cuando escuchó su nombre susurró un quedo gemido gatuno que dio a entender que podía seguir hablando, él le escuchaba, y es que, con las manos de Takashi tan proximas a su rostro sentía que verdaderamente si le miraba a los ojos se moriría de vergüenza. De su cuerpo se apoderó un pequeño calambre, era sensible en cuanto a sus orejas y ése simple mordisco había conseguido que se sintiera de nuevo preparado para algo más de acción en la cama de quién amaba.

Inconsciente, arqueó la espalda bajo el cuerpo contrario y dejó que pudiese explorar más de su piel, aunque realmente quería sentirle ya en su interior. ¿Cómo sería la sensación?. Alargó torpemente una mano y la deslizó por una de las mejillas de su pareja, acariciándola casi con suavidad. – Quiero que lo hagas... – Quería llenarse de su esencia y borrar así toda la que aún restase en él... Ser suyo. Suyo solamente. Separó débilmente sus delgadas piernas, pues temía que al hacer el acto el otro le diera la vuelta. No. Quería verle..

Cuando el calor y humedad de la boca de su amante le abandona emite un débil quejido, pues, lo que mas necesitaba en ése momento era un poco más de aquello que le hacía sentir en las nubes, o tal vez, incluso, en parajes aun más insospechados. Demandando por su calidez volvió a arquearse bajo su forma... Curiosamente, su amado ya no estaba sobre él.

Preso del pánico abrió de golpe los parpados y miró hacia un costado en busca de él... Y lo que se encontró fue una erecta hombría sin tapiar. Tan abrumado cómo sonrojado desvió su atención nuevamente hacia el techo, no tardando en notar los movimientos de su amante acomodarse sobre él. Sentía sus mejillas arder y sinceramente, su respiración no se podía no controlar, jadeaba hasta el punto de verse en la necesidad de respirar por la boca; Lo había visto. Había visto su tamaño. Era grande... vigoroso. Y de eso entendía, había (por desgracia) visto ya bastantes. Sin embargo, aquello era tan... Reprimió un gemido, notándose a si mismo humedecer.

Cuando los dedos de Eichiro quedaron frente a él se preguntó mentalmente si tal vez su amado se pensaba que era virgen. Tenía poca edad, cierto... ¿Y si le explicaba que él era un ser impuro? ¿Y si... entonces le rechazaba?. Sus cortes, moratones y demás desperdigaciones que había por su cuerpo eran más que notorias, aunque quizás Eichiro no sabía... No importaba. Si éste tenía que dejarle en algún momento se aseguraría que no fuera a realizarse, lo ataría a él. Y aunque sabía que eso era algo remoto, creía en el poder que le unía, en eso que muchos llamaban ... amor.

Sacó tímidamente la lengua de su húmeda cavidad y procedió a lamer primeramente los suaves dígitos del mayor, embadurnando después y con cuidado una de sus alargadas falanges, sumiendo ése dedo en lamidas por demás obscenas, introduciéndolo en su boca para después sacárselo y volver a lamer únicamente la punta del mismo. Realmente, e notaba la maestría obtenida con los labios. era algo por lo cual no se podía orgullecer, pero en ése primer encuentro con el amor de su vida, tenía por seguro que al menos lograrían incitar al otro.

El cambio de la suavidad de los dedos ajenos a la tersura de esa lengua le arrancó un pequeño gemido que no tarda en hacerse escuchar, su lengua persiste siendo dulce y tierna, rodando totalmente la de mayor tamaño e intentando no solo quedarse con su aroma y sabor, sino también con su esencia entera.

Conforme la mano de Takashi baja su fina piel aún sin siquiera vello de ningún tipo se erizó recelosa a esos gestos otorgados de la mano de su amante. Obediente, levantó la pierna y apoyó la rodilla con cautela sobre uno de los hombros contrarios, haciendo la presión exacta para que no doliera a la vez que le mostraba esa entrada palpitante, pues, parecía adivinar lo que pronto tendría que soportar.

- a-aaah... – El primer dedo. Su cuerpo se retorció bajo el contrario e intentó balancearse hacía delante, pero de nada sirvió ése primer intento por escapar de el dígito que se hundía en él. Pese a que ambas bocas estaban entablando un beso, abrió la propia para que la saliva se escurriese sin control por un lado de su boca, humedeciéndole toda la piel a su paso, siendo por demás incomodo.

Separo un poco más las piernas pensando que con ello el dolor tal vez menguaría y en parte, asi fue. Movió delicadamente su cadera aunque su intención no fue ahondar el dedo ése en su trémulo cuerpo, si no el buscar algún tipo de roce con la endurecida piedra que sentía cerca de su vientre.

No acostumbrado aún al primer dedo notó cómo un segundo se hundía en él, arrancándole un apenas quejido que fue únicamente escuchado por su amante. Tenía un ferviente calor creciéndole y empapándole por todo el cuerpo. Deseaba sucumbir ya el acto, aunque los dedos incrustados en su esfínter dolían un tanto, dilatarse era cuanto más le costaba, pero junto a la paciencia de Eichiro poco a poco se fue abriendo a los deseos del mayor, afrontándose en todo momento contra la endurecida piedra que el otro tenía por miembro, permitiéndole así desahogarse con tal efímero roce contra su descubierto vientre y a veces, incluso, el roce se prolongaba hasta que ambas hombrías se encaraban.

- A-ah... Y-ya... – El tercer dedo. Su cuerpo lo aceptó y engulló cómo a los otros, sin embargo éste fue el decisivo, tras un par de movimientos de aquellos su ano se relajó totalmente, aceptando cuanto quisiera de aquellos traviesos. Los movimientos de su pelvis aumentaron, esta vez no con la intención de escapar u frotarse contra el sexo contrario si no que su afán ahora residía en notarle internado, aunque fuera únicamente con los dedos.

Cuando escuchó sus palabras volvió a la realidad; Entraría. Entraría y ya no podría hacer nada para detenerle... aunque tampoco deseaba que eso se diera. Necesitaba sentir cómo todos sus pecados se limpiaban con el blanco y nítido esperma del cual pronto se verían provistas sus nalgas. Sentirse suyo en toda su totalidad, gemir su nombre y dejar que sus brazos se fundieran en un desesperado abrazo con el cuerpo del cual se tornaría esclavo.

- ... – Asintió débilmente y pasó los brazos entorno al fino cuello de su amante, preparándose para el siguiente movimiento que crearía el cuerpo de Takashi. Separó las piernas, tomó aire y... Allí lo sentía. Una dureza de tamaño considerable adueñándose de su cuerpo, arrancándole, tal vez no la pureza, pero si la desdicha de un primer amor que juraba, no existiría otro con tal calibre. Era para él y podía sentir perfectamente cómo poco a poco, su envergadura iba adentrándose en su conducto como si fueran dos fichas de ajedrez. – A-ah... ¡N-no...! -

sus manos agarraron con violencia los desnudos hombros de su amante y tiró de él de tal forma que incluso sus uñas quedaron enterradas en esa piel. Dolía, ciertamente, pero aquello era infinitamente más suave y dulce de cuantos allí habían entrado. Los besos sobre su cuello le hicieron temblar bajo el cuerpo de su mamante y con prisa cerró los parpados temiendo el llorar en un momento así, pero siquiera pudiendo remediarlo ante tales cantidades de placer otorgadas.

- A-ah... Ng... – Su boca se abrió de par en par, expulsando sonidos de carácter más bien eróticos mientras recibía gustoso aquella dureza, abrazándola con las paredes internas de su propio recto.

Ahogó su voz del modo que pudo por más que en ése momento de vivida excitación desease gritar el nombre de su compañero, sin embargo, entendía que estaba en el colegio y que las paredes no eran gruesas por lo que deshacerse en gritos sería revelar lo que en secreto ambos estaban haciendo. No era normal sentirse enamorado de otro hombre... ¿No?. De todos modos se sentía calido y reconfortante junto a él. Una magia que ahora le atravesaba las entrañas y se hacia dueño de su cuerpo sin más.

Arqueó con mayor afán la espalda para que la sexualidad contraria pudiera terminar por incrustarse y dejó escapar un pequeño quejido que pronto irrumpió en la sala. – A-hay... – Las manos de Takashi se mostraban suaves con su piel, pero sus propios gestos indicaban la necesidad de abrazarse a su fornido cuerpo con uñas y dientes, retorcido que pareciese, eso fue lo que hizo. Cerró sus dedos contra la espalda contraria y clavó con parsimonia todos y cada uno de sus dedos contra su fina piel mientras se moví hacía él.

Quería más, aunque sintiese algo raro desgarrarse en él; Deseaba mucho más de aquellos formidables roces. Se sentía exquisito, lo que antes le pareció grande, ahora sentía que no terminaba por llenarle, deseaba que realmente todo cuanto perteneciese al cuerpo del mayor obstruyese su mente y conciencia.

Escuchar sus gemidos era sumamente excitante, podía realmente deleitarse con aquel sonido de tendencia masculina y fuerte. Con cuidado alzó las caderas para de ése modo dejar escapar el primer gemido que pretendía ocultar un gritito. Dentro. Estaba muy dentro. - ¡M-m-...ás! -

Se dejó a los gestos ajenos confiando que de ése modo pudiese sentir mejor toda la envergadura de ése duro pene adentrarse en él y poseerle del modo en el cual lo estaba haciendo... Quería más. Mucho más. De hecho, cuando su pierna fue levantada y el cuerpo de su estimado hacer más presión en su recto sintió ver las estrellas. Estaba siendo tan raudo que podía sentirle totalmente, sentir cómo se adentraba sin perdón dentro de su cuerpo sin siquiera pedir permiso, estaba poseyéndole...

Sus dedos se apretaron contra su piel, tiñéndola de rojo a su paso. No era que quisiera hacerle daño, claro, pero se sentía demasiado preso al placer cómo para preocuparse en el dolor que eso pudiera causarle a su querido amante, a su novio, a su pareja. Era la primera vez que se veían y ya estaban fundiéndose en sentimientos, y no sólo en el alma... Si no también con el cuerpo.

Le sentía, allí, en sus entrañas, incrustarse con fuerza y fervor, cómo el mas hambriento de todos cuantos creía. – Aaah... – Aquello era realmente cómo si estuviesen robándole algo mucho más profundo que el aliento. Despacio y con movimientos más bien torpes y casi primerizos logró que sus piernas se enroscasen entorno a la figura de quién tenía encima, empujándole con las mismas a lo profundo de su cavidad, sentía que tarde o temprano se dejaría ir. El calor estaba perlandole el cuerpo y su recto hacia cada vez mas presión entorno a la erección del mayor.

Jadeó con fuerza bajo el poder y fuerza del cuerpo de su amante, ése mismo que tenía aún haciéndole suyo de esa manera más bien ruda. Le amaba, le amaba por encima de todas las cosas que podían llegar a existir en ése exiliado planeta. Era una sensación unica el sentir el modo en el que su cuerpo se adentraba dentro del propio, el mismo le daba cavida al interior y se retorcía de manera que se apropiaba aún mas de aquella largura para intentar que no se retirase demasiado; Empujar. Quería que únicamente empujase para sentirle lo más dentro que se pudiera. Respirar de la esencia del deseo, jadear por la lujuria...

Cuando el mayor le ayudó en su posición gritó el nombre de su amante con fuerza, pues, no sólo ahora sentía como al moverse se introducía más profundamente rasguñando todo su interior, si no que además, su ya enrojecida envergadura estaba sometida a una serie de masturbaciones que le arrancaba el aliento de manera voraz. En eso, meneó la cintura en un profundo vaivén con la única intención de rozarse aún más con esa palma, de sentirle aún más dentro de... de poseerle totalmente del mismo modo que él lo hacía. Sus piernas se enredaron con proeza en aquella delgada figura y sólo le bastó una sacudida más para venirse sobre ellos dedos, lubricándolos totalmente de aquella pegajosa y blanquecina esencia que resguardaba su cuerpo. - ¡A—ahhh...! -

[center]El paso de la embestidas eran rapidaz con un deje de locura en ellas, mas el joven solo gemia bajo su cuerpo y eso le embriagaba mas por lo que su ritmo no cesaba.

El calido viento entraba suavemente por la ventana, pero no daba a paso a secar sus cuerpos sudorosos en tales "acciones"...ya no podria soportarlo mas dado que la energia gastada era mucha y con el ultimo aliento que le quedaba llego al climax en la estocada mas profunda de todas, sientiendo como la entrada de Ciel se apretaba mas provocandole un temblor a su piel abismal, dejando que toda su escencia de derramara dentro de su niño con desden, no le molesto en lo absoluto que su mano se viera manchada por la escencia contraria...estaba sumido en el sentir que le procaba aquel movimiento final.

-...uhn...ahh...- escapando de sus labios con lujuria, aquella que habia llegado al limite cuando sus fuerzas se menguaron con lentitud, cayendo sobre el cuerpo de Ciel con sutileza[ mientras ocultaba su rostro en el cuello de este, jadeante del ultimo remecimiento que lo llevo a la gloria....paso sus brazos alrededor del cuerpo del niño, dandole cobijo con su cuerpo, subiendo su rostro un poco a su cuello muy cerca de su oido.

-...te amo Ciel...- siseo entre dientes casi como un suspiro./center]

A-ah... C-ca... liente... – Así lo sintió al verterse en él: Un líquido caliente adentrarse en su cuerpo con furia mientras la cadera ajena se movía en u interior para que el mismo quedase bien dentro de su piel... allí lo quería, totalmente dentro de él, regando todo cuanto pudiese de su piel. Jadeó junto a su compañero cuando ambos terminaron y lo cierto es que cuando el peso del mayor cayó contra él emitió un suave quejido; Eso había dolido un tanto.

El hecho que se acercase a su oído cuando aún tenía la piel tan sensible le hizo temblar y exhalar su nombre a modo de gemido lastimero, se sentía débil y es que aún no se creía todos los acontecimientos que habían surgido en un solo día.

Se sorprendió a las palabras del mayor pero en vez de enfadarse cómo hubiese hecho si alguien dijese aquello, buscó con sus ojos llorosos (Por el esfuerzo y el placer) el rostro contrario y cuando dio con él sólo fue capaz de darle una muy suave y pequeña lamida y es que el sueño estaba consumiéndole.

- Te... yo... – No le era tan sencillo a él reconocer a viva voz lo que sentía por lo que sonrojado y muerto en su propia vergüenza se apresuró en esconder el rostro contra el cuello del mayor, sintiéndose totalmente estupido... Después de todo, ya se habían acostado, la vergüenza debería no exisir para él.